Sobre la resistencia
de la carne corre el tren del deseo,
ardiente luz de
treinta años,
y el corazón se
estremece cuando al extremo de la noche
los dedos encuentran
otro cuerpo
ya sentenciado por el
Apocalipsis (…)
Ella siempre es
apasionada como una actriz de cine mudo
y su fe de monedero
falso rescata no obstante
la vida perdurable,
y el peso específico,
y las buenas
costumbres (…)
Amapola del vicio, sus
besos giran en falso como
la llave rota en la
cerradura,
pero su lengua,
altavoz de la metafísica, recuerda
que la muerte es
solamente una palabra,
un irremediable pasaje
terrestre.
Carlos Latorre (Buenos
Aires \ 1916-1980)